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MUTILACIONES SOCIALES. Bisturí siempre disponible para homologar las atipicidades

traduzione di Helena Gómez de León dell’articolo di Michela Balocchi e Alba Maria Tonarti

En los últimos días han sido divulgadas informaciones confusas e incorrectas, recogidas de muchas revistas online, relativas a la gestión médica de las variaciones intersexuales o de las diferencias en el desarrollo sexual (DSD, siguiendo y adaptando el acrónimo inglés de Disturbs of Sexual Development).

Los títulos sensacionalistas y totalmente engañosos hablaban desde el “sexo incierto de los niños, al San Camilo boom de intervenciones: más del 50 por ciento en 5 años” (La Repubblica Roma.it), al “Booom de los niños con sexo “incierto”. En Roma un aumento del 50 por ciento” (Leggo.it), al “Boom de operaciones para cambiar sexo, en el primer lugar los neonatos” (young.it).

Las aclaraciones que hay que hacer a propósito de títulos y contenidos de los artículos en cuestión son muchas. Nos limitaremos a aquellas que retenemos más urgentes y esenciales.

Cuando se habla en modo reducido y poco preciso, de niños con “sexo incierto”, se hace referencia a una multiplicidad de formas y variaciones en el plano biológico en el cual se encuentra quien nace con cromosomas sexuales, aparato genital, gonádico, y/o caracteres sexuales secundarios que varían respecto a aquello tradicionalmente considerado como masculino y femenino. Según la bióloga Fausto-Sterling (2000), con la base de los estudios efectuados sobre los datos hasta ahora disponibles, el 1,7% de neonatos presenta alguna forma de variedad intersex (cromosómica, gonádica, hormonal o anatómica).

Al nacimiento, en presencia de genitales no identificables como claramente femeninos o masculinos, por praxis, desde la mitad del siglo pasado, muchos neonatos venían expuestos a intervenciones quirúrgicas de los genitales para ser uniformados al modelo dual de los sexos: hembra-macho.

La patologización de la variabilidad intersexual y la invisibilidad inducida de la forzada adecuación a uno de los dos géneros no está presente en todas las culturas (Baird), sí en sistemas socioculturales fundados sobre un estrecho binario de sexo-género, el parámetro que define la condición de “normalidad” se individua con la dualidad macho/hembra- hombre/mujer. La medicalización viene así aplicada a todas las condiciones intersexuales que no se conforman al binario sexual, también en ausencia de motivos de salud.

En los artículos en cuestión, se habla de “cambio de sexo de los neonatos” confundiendo culpablemente dos realidades sin embargo bien distintas: aquella de la así llamada “disforia del género” (DIG, o transexualidad/ transgenderismo) y aquella de las “diferencias del desarrollo sexual” (DSD, intersexualidad).

Vienen así metidas sobre el mismo plano: (a) las intervenciones quirúrgicas de adecuación del cuerpo (y de sus características sexuales primarias y secundarias) a la propia identidad de género, efectuadas en adultos con DIG conscientes, autodeterminados y legítimamente tutelados de la ley (164/82), con (b) intervenciones de cirugía estética en neonatos y en niños inconscientes, intervenciones no necesarias para su salud pero todavía practicadas en algunos contextos hospitalarios al fin de “normalizar” una atipicidad genital leída e interpretada como “emergencia psico-social” según protocolos ya ampliamente discutidos desde el punto de vista médico y científico y ya superados a nivel internacional.

Desde los artículos estudiados, se evidencia y viene dado por descontado sin ninguna contradicción, la validez de las intervenciones quirúrgicas precoces como única vía de solución en el caso de atipicidad genital al nacimiento. Estos declaran que: “En los últimos 5 años hemos realizado más de 350 intervenciones de este tipo en niños menores a los 6 años de edad, (…) para dar nuevamente la esperanza a tantas personas y padres(…)”.

Los protocolos médicos que responden a prácticas quirúrgicas precoces o a tratamientos farmacológicos precoces en los casos de intersexualidad/dsd hacen referencia a las teorías de Money, que resalen a la segunda mitad del siglo pasado, sobre la neutralidad psico-sexual del infante hasta los primeros años de vida y sus presuntos beneficios, efectos de la reconstrucción en sentido femenino o en sentido masculino de los genitales sobre la salud psico-física del niño, teorías de las cuales ha sido ya ampliamente demostrado la falta de validez y la falacia médico-científica. (Diamond-Sigmundson; Dreger; Fausto-Sterling; Wiesemann).

Entre los protocolos y prácticas quirúrgicas, sobre todo, han sido fuertemente contestados desde inicios de los años Noventa de las mismas personas intersex/dsd que os han sido expuestas y que denuncian los irreversibles y dolorosos efectos, mutiladores y traumatizantes, junto a la sensación de vergüenza y de estigma por haberles hecho sentir enfermos, equivocados y distintos sólo por el aspecto de sus genitales. Por no hablar de los devastadores efectos en los casos de equivocada  asignación de sexo/género, o también allí donde el sexo atribuido al infante a través de la cirugía correctiva a los genitales y/o la suministración farmacológica no debiera corresponder al desarrollo de su identidad de género: en estos casos, la persona en encontrará a vivir en condiciones desarmonizadas entre cuerpo (modificado por los tratamientos “normalizantes”) e identidad de género, al igual de las personas trans (Chase, Devore, Viloria).

Recientemente, seguidamente a los dos Intersex Global Forum organizados de la IIga-Europe en el 2011 y en el 2012 los participantes han hecho peticiones muy claras y explícitas de no discriminar  a las personas intersex/dsd, al fin de “garantizarles el derecho a la integridad del propio cuerpo y a la autodeterminación” y a “poner fin a las prácticas de “normalización” y mutilación, como la cirugía de los genitales, los tratamientos médicos y psicológicos no requeridos por la misma persona, los infanticidios y los abortos selectivos (sobre la base de la intersexualidad) que todavía suceden en algunas partes del mundo”.

A tal consideración, también el Comitato Nazionale per la Bioetica en Italia, en el 2010, invitaba a reenviar la eventual intervención quirúrgica y/o a posponer los tratamientos hormonales para consentir una participación activa del sujeto a la decisión. Y el reconocimiento del papel fundamental del paciente viene confirmado hasta en las líneas guías originadas en la Internacional Consensus Conference del 2006, así como de las líneas guías propuestas por Wiesemann (2010), que como primer punto, invita a tener presente que el paciente es el único en poder decidir sobre su propia identidad de género: “La ciencia ha abandonado la idea que la identidad de género pueda ser completamente maleable a través de la cirugía, la socialización o la educación. El modo en el que se forma la identidad de género no es plenamente entendido; factores genéticos, hormonales, psicológicos juegan un papel importante. En el largo período, es el solo paciente quien tiene que saber cómo ella/él quiere ser. En un cierto número de condiciones de intersexualidad, por ejemplo Deficit de 5-alpha o Disgenesia gonádica, hay altas probabilidades que un cambio de identidad de género se verifique durante o después de la pubertad”, y al 4 punto invita a: “No meter la estética en el primer lugar. Cuando una condición de intersexualidad se descubre en los primeros meses de vida, los padres y los trabajadores sanitarios están sobretodo en un primer lugar preocupados por el aspecto atípico de los genitales externos. El tentativo de normalizar los genitales externos es un reflejo comprensible, pero hay otros objetivos más importantes de la actividad clínica, como la prevención del sufrimiento o el aumento de la confianza en sí mismo del paciente. En algunos casos, el sufrimiento es sólo un problema de los padres, no del niño; así que, los padres tienen que estar apoyados para hacer frente a la situación. El criterio estético por sí solo no ofrece una justificación racional para una intervención”.

Volviendo entonces a las horribles páginas sensacionalistas de los últimos días y sintetizando: una cosa son las intervenciones de cirugía estética deseadas y queridas de los/las directos/as interesados/as (sea para las personas trans, para los jóvenes y adultos intersex que hagan petición), intervenciones legítimas e importantes que van aseguradas, otra cosa son las intervenciones de cirugía estética “correctiva” en niños y neonatos que no se pueden expresar en mérito y la identidad de género que no se puede conocer con ninguna certeza mientras que sean así de pequeños.

En Italia la grave y difundida desinformación sobre el argumento puede condenar a la invisibilidad las personas con formas de intersexualidad cromosómica, gonádica o anatómica, y de mantener en la patologización a cualquiera que quiera vivir la propia realidad corpórea sin deber modificar el aspecto sólo para uniformarse a las presiones sociales del binario de sexo/género dominante.

Por esto, pedimos a los órganos de información más atención y respeto en tratar ésta como otras cuestiones delicadas y complejas, a los profesionales del sector de considerar los cambios producidos en los protocolos médicos y en las guías guías a nivel internacional, y a las instituciones de invertir fondos públicos, no para las operaciones de cirugía estética irreversible sobre los genitales de neonatos y niños, sino al contrario para iniciar a seguir la realidad intersex/dsd en nuestro país en el interés de la tutela de la dignidad de la persona, y contemporáneamente a sensibilizar la opinión pública y a los trabajadores especializados sobre una realidad todavía invisible y tabuizada.

Pedimos todo esto, por el respeto a la diversidad, a la consciencia, al principio de autodeterminación y por el derecho a la integridad psico- física de cada individuo, en señal de una cultural de  comprensión hacia el otro y de acogida.

 

Dra. Michela Balocchi, PhD en Sociología y sociología política, investigadora

Dra. Alba  Maria Tonarti, Médica Quirurga, Neuropsichiatra Infantil, Psicoterapeuta

 

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