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Sujetos políticos y derechos: el estatus de quien no debe existir

Sujetos políticos y derechos: el estatus de quien no debe existir

traduzione di Carlo Daniel Cargnel per intersexioni, dall’originale di Egon Botteghi

Comparación de la legislación en materia de animales de granja y la ley de reasignación sexual en Italia

Definición de Animales de Granja

Queriendo iniciar mi exposición con una definición precisa y oficial de “animal de granja”, enciendo el PC y me conecto a Internet, el gran oráculo omnisciente, convencido de que se me desplegará por delante un mundo de ideas interesantes.

En cambio, para mi gran sorpresa, el motor de búsqueda me remite solamente a anuncios comerciales, reglamentos para el sector agrícola, recomendaciones y definiciones sobre la cría de algunas particulares especies.

Desde el principio la existencia de estos animales es negada. Quien quisiera hacerla resurgir es dejado solo en su peculiar empresa y tiene que construir su discurso a partir de sus propias experiencias de vida en contacto con esta categoría de animales no humanos.

Me encuentro una vez más con la confirmación de la paradoja de que los únicos que pueden hablar con pleno conocimiento de los animales de granja son aquellas personas que no les consideran como tales.

Vuelvo entonces a la definición que había acuñado viviendo al lado de los animales del refugio “Ippoasi”: se entiende por animales de granja a todas las especies de animales que se crían para el consumo de nuestra especie.

Animales a los que, de acuerdo precisamente con los estándares modernos de crianza, se les niega cualquier forma de autodeterminación, a los que se les controla en todo, la forma en que nacen, crecen, se mueven y mueren.

Los animales de granja en Italia son bovinos, porcinos, ovinos, caprinos, aves de corral, conejos y caballos (estos últimos se ubican en una extraña y emblemática posición a medio camino entre el animal de granja y la mascota).

Lo que caracteriza a estos animales es precisamente el hecho de que nacen para ser explotados, “explotación” es la palabra clave. Ellos son vistos como simples productos, no como seres vivos, sus vidas están totalmente subordinadas a nuestro consumo, no son sujetos sino objetos, son la carne, la leche, los huevos, espectáculo, trabajo, cuero.

Su crianza se caracteriza por un conjunto de reglas y procedimientos burocráticos, controlados por el departamento veterinario de la ASL (Sociedad de Salud Local), que garantizan la seguridad, para la salud humana, de estos productos.

La legislación sobre los animales de granja

Quien decide salvar a un animal de granja, y cuenta con la posibilidad de espacio material y dinero para mantenerlo, se encuentra con una agradable sorpresa: tendrá que convertirse en criador y empezar a lidiar con toda la reglamentación que tiene que ver con ésto.

Para las ASL, de hecho, que tu tengas una cabrita en el jardín salvada del matadero o que tengas un rebaño de mil cabezas no hace ninguna diferencia, la cabra es de hecho una bestia de granja y así seguirá siéndolo mientras siga viva, y por lo tanto tendrá que ser controlada ya que representa un peligro potencial para la cadena alimentaria humana.

Por lo tanto habrá que ir al servicio veterinario de la ASL competente y obtener un “código de establo”, un número, es decir, que caracterizará tu “empresa”.

Después se tendrá que llevar a sellar un registro de cargas y descargas por cada una una de las especies presentes, en el cual se tendrá que registrar tanto los animales y todos los desplazamientos que los afectarán.

Los animales de granja, de hecho, no tienen un nombre, pero si reciben un código numérico, por lo general aplicado a las orejas, pero también puede ser un chip bajo la piel o en el estómago, que se debe aplicar al nacimiento y que se llevarán hasta la muerte, que normalmente acontece en el matadero.

Los animales de matadero sólo se pueden desplazar a lugares que dispongan de un código de establo, utilizando transportes apropiados, y el veterinario tiene que llenar una planilla de transporte en la cual se indican el numero del animal, la especie, el lugar de procedencia y el destino.

En las granjas convencionales los animales se trasladan, y por lo tanto se descargan del registro, o cuando se los vende a otras granjas o, más a menudo, cuando se los conduce al matadero. Así que se trata de viajes sin regreso.

En cambio, en el caso de refugios, los registros se suelen solamente cargar ya que el animal permanece allí de por vida.

Cuando un animal de un refugio tiene que ser transportado, por ejemplo cuando por problemas de salud tiene que ser trasladado a una clínica, hay que hacer dos hojas de ruta, una para la ida y otra para la vuelta, con gran asombro del veterinario al que le cuesta entender que el animal debe volver a “casa” y con gran dispendio de trámites burocráticos.

Las relaciones con los veterinarios son a menudo, de hecho, muy delicadas, visto que éstos últimos tienen un gran poder sobre la vida o la muerte de los animales de granja, en consecuencia de los reglamentos que tienen que hacer respetar, reglamentos que consideran estos animales como productos y que tienen que ser ser respetados escrupulosamente si se desea “mantener” a estos animales y así salvarlos.

A menudo se presencian verdaderas escenas cuando un “no-granjero” acude al servicio veterinario de la ASL para abrir un registro de carga-descarga y trata de explicar que ese animal no es para carne, ni para la producción ni para el consumo, sino de compañía… no cabe, pues, en la mente del funcionario que tiene en frente y que hasta trata de convencerlo de que está equivocado y que está en el orden de las cosas que ese animal sea sacrificado.

Lo más importante es en todo caso que el animal esté registrado, que tenga, es decir, su código numérico, y que se sea periódicamente controlado, mediante exámenes biológicos, para tener bajo control algunas enfermedades potencialmente peligrosas para el ganado (como por ejemplo la anemia equina, la brucelosis bovina, etc …).

Así pues la cuestión inexorable de la situación italiana es: un animal perteneciente a una especie determinada es un animal de granja, y lo seguirá siendo durante toda su existencia y permanencia en nuestro territorio, y donde haya un animal de granja habrá una granja.

Qué significa

La colocación de estos animales en la categoría inmutable de animales de granja, que quiere decir para ser explotados y sacrificados, plantea problemas muy serios para la vida de estos seres y de las personas que deciden ayudarlos tratando de arrebatarlos a un destino que parece estar ya escrito, o mas bien esculpido en el orden natural de las cosas.

En primer lugar está la cuestión del código numérico obligatorio que estas criaturas debe ser capaz de mostrar, ya desde que nacen, para tener derecho a alguna forma de existencia.

En nuestro país, de hecho, un animal de granja que no haya sido “marcado” no puede existir, no puede pisar el suelo itálico, y no hay lugar para la expatriación sino la muerte, el sacrificio y su posterior desecho como objeto peligroso.

Y si para algunas especies los veterinarios pueden hacer la vista gorda y, después de una pesada reprimenda sobre cómo funcionan las cosas, aceptar la regularización de un animal adulto, otros son inflexibles, como en el caso del ganado vacuno.

El temor del monstruo que la misma locura de la ganadería moderna sobre la que ellos vigilan ha creado, la enfermedad de las vacas locas, de hecho justifica un solo imperativo: disparar al instante a las vacas que no lleven en la oreja el carnet de identificación, como en efecto ha sucedido recientemente en algunas partes de Italia con algunas manadas de ganado salvaje.

Esto también implica la imposibilidad de “salvar” a estos animales que se encuentran sin identificación, que no pueden ser registrados, no puede entrar en los refugios o en cualquier otro lugar, y deben mantenerse ocultos como clandestinos.

Otro gran disparate de este estado de cosas es que los refugios son considerados como si fueran granjas, y por lo tanto las personas que allí trabajan, a menudo como voluntarios, tienen que calarse en el mismo sistema contra el cual están luchando.

Legalmente, el refugio X que salva un cierto número Y de cabezas de ganado es considerado como si fuese una granja que cada año cría y sacrifica un cierto numero de bovinos con jugosas ganancias.

Los voluntarios de los refugios tienen que convertirse en expertos de los reglamentos de cría de animales, y deben tener mucho cuidado de no cometer errores, maniobrando entre las normas que cambian constantemente, arriesgando multas, sanciones y hasta el mismo decomiso de los animales (porque es un hecho que los refugios están controlados, mucho más que las granjas industriales, como demuestran las investigaciones que dan testimonio de infracciones impensables), deben perder mañanas enteras en las oficinas de la ASL, pagar los veterinarios para los análisis y los diversos trámites y asistirlos cuando vienen a molestar a los animales.

Sí, porque la vaca que vive todo el año en la tranquila libertad de un refugio, hay que capturarla y atarla periodicamente, estilo rodeo, para permitir que el veterinario de turno lleve a cabo todas las operaciones necesarias.

A menudo, los animales que ahora viven sus vidas en una relación pacífica con los humanos, viven horas de terror, perseguidos por personas que inexplicablemente quieren hacerles daño.

Yo mismo he estado a punto de que un burro, al que le encanta jugar con los niños, me aplastara la cabeza porque se vuelve como loco cuando el veterinario viene a sacarle la sangre, al punto que ha sido clasificado como animal peligroso.

Macchia y Ercolino, una historia ejemplar

Para profundizar con mayor detenimiento las implicaciones que a nivel práctico esta legislación trae consigo, consideremos el caso de dos animales que la asociación “Granja de la Paz Ippoasi”, a la que pertenezco, está tratando de salvar del matadero.

Macchia es una vaca que, viviendo en un contexto particular, no fue registrada por los que la “poseen”, y fue inseminada para poder ordeñarla y obtener leche. Así fue que nació su hijo Ercolino, a su vez no registrado. La asociación antes citada fue contactada por una persona, Vegan, que vivía en la comunidad donde también vivían los dos animales cuando se decidió sacrificarlos. La comunidad había declarado su voluntad de no sacrificarlos, siempre y cuando fuese aliviada de los gastos de su mantenimiento y el ganado fuese trasladado a otro lugar. En pocas palabras, estaba dispuesta a “regalarlos”.

La asociación difundió inmediatamente entre sus contactos un llamado, en el cual se explicaba que era posible salvar y llevar al refugio a las dos criaturas, siempre y cuando hubiera alguien dispuesto a hacerse cargo de los gastos de mantenimiento (la asociación pondría a disposición el terreno y el trabajo de cuidado diario). La respuesta no se hizo esperar y algunas personas se ofrecieron a pagar los gastos mensuales de madre e hijo.

Así que no había problema, no quedaba que ir a buscar las dos cabezas de ganado, llevarlas al refugio y dejarlas allí a vivir en paz durante toda su vida. Así que bien está lo que bien acaba! Pues no, porque Macchia y Ercolino no tienen su código numerico, que debe aplicarse en los primeros tres días de su nacimiento, y por lo tanto no se pueden trasladar. Es mas, su existencia y ubicación deben mantenerse en secreto por su propia supervivencia.

Todas las ASL toscanas a las cuales acudió la Ippoasi con el objeto de regularizarlos y llevarlos al refugio se demostraron implacables: nadie se toma la responsabilidad de registrar las dos cabezas de ganado, y es mas, si fueran descubiertos serian sacrificados.

Mientras tanto, la comunidad donde viven hace presión para que se los lleven, y la amenaza del sacrificio es como una espada de Damocles sobre las cabezas de estos dos seres, que si no fuera por los reglamentos sobre los animales de granja ya estuvieran salvos en un refugio.

Por los momentos se ha llegado a un acuerdo, que debe ser reexaminado en estos días, gracias al cual Macchia y Ercolino pueden quedarse en el lugar donde nacieron pero han de ser mantenidos por la asociación con el dinero pagado por las personas que los han adoptado a distancia.

Habiendo una especie de ultimátum, por lo que en septiembre o son trasladados o serán sacrificados, se hará todo lo posible, incluso acudir a un ASL Lombarda donde han ya manejado un precedente de este tipo.

Sin duda, esta historia como muchas otras similares, ha hecho despertar en las personas que trabajan en refugios la conciencia de que puede haber llegado el momento para una esfuerzo, ciertamente prolongado, difícil y extremadamente ambicioso, para el reconocimiento legal de los refugios, como sucede en otros países.

Esto significaría, como corolario, que los animales alojados en estos lugares no fueran mas considerados como animales de granja, lo que permitiría que toda la gestión fuese mucho mas simple y adecuada al estado de las cosas.

La situación en otros países

En los países anglosajones, donde los refugios para animales de granja son una realidad muy grande y extensa, ya el mismo nombre alude a un estado de cosas completamente diferente. Estos lugares, de hecho, en los que “simples” y “comunes” animales de matadero son salvados y alojados se llamas “santuarios”, un nombre que en nuestro idioma evoca circunstancias mucho más nobles, dignas de animales considerados, tal vez por razones que tiene que ver con el proteccionismo, más importantes (por ejemplo, santuarios de cetáceos).

De tal manera que en estos países los santuarios no son equivalentes a las granjas, no están sometidos a la misma burocracia de las personas que se lucran de estos animales y el corolario más importante es que los animales alojados en estos santuarios ya no se consideran lucrativos.

En nuestro país, en cambio, como hemos visto, en el supuesto de que todos los animales de granja podrán acabar un día en el matadero, no hay ningún modo de liberarse de las reglamentaciones sobre la cría de animales.

Los santuarios extranjeros gozan de subsidios y también de un gran apoyo por parte de la comunidad, que se manifiestan en una notable disponibilidad de gente para ser voluntarios y en un importante volumen de donaciones.

En Italia, por el contrario, sigue siendo muy difícil encontrar personas que quieran hacerse cargo de estos animales y por lo general se trata casi siempre de personas que han ya adoptado el veganismo (normalmente es más fácil tener empatía hacia perros y gatos, más difícil hacia animales que se comen, y luego sacrificarse y trabajar por un animal un cuyo semejante podría sucederte de comerlo como almuerzo, por no hablar de la extrañeza y el miedo que a menudo estos animales despiertan en la gente, para nada acostumbrados a verlos).

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Qué hacer: la “Red italiana de refugios italianos antiespecistas

El 4 de marzo de este año, en Florencia, nació la “red italiana de refugios antiespecistas”, con el objetivo de reunir a todas aquellas organizaciones que se identifican en esta dicción, lo que les permite, a través de la creación

de sinergías, de llevar a cabo un trabajo más extenso y de aventajarse en el conseguimiento de sus propios objetivos.

Por refugio “antiespecista” se entiende un lugar donde todos los animales son considerados dignos de una vida libre de abusos y explotaciones, en el que no se hacen distinciones entre especies y en el que se honran políticas de igualdad entre todos los seres vivos (por ejemplo una perrera donde uno se esfuerza por el bienestar del llamado “mejor amigo del hombre”, pero donde otros animales son considerados un producto para nuestros platos, no es antiespecista, como tampoco lo es un lugar donde se ayuda a los animales, pero se reverencian ideologías racistas, sexistas o cualquier tipo de odio intra-especie).

Los primeros objetivos que se ha dado esta red, todos de gran alcance, y hay que tener en cuenta que han de ser perseguidos por personas ya agobiadas por el trabajo de campo, diario, con los animales, son:

  • –  Mapeado de los refugios antiespecistas presentes en todo el territorio italiano, lo que implica elaborar directrices con el fin de identificar a quienes entran en esta categoría y quienes no.
  • Mapeado de cualquier tipo de refugio o espacio, incluso privado, donde los animales de granja puedan ser alojados, a fin de facilitar el encuentro entre la demanda de ayuda para rescatar a dichos animales y quienes se puedan hacer cargo de los mismos.
  • Crear un portal en el cual verter este tipo de informaciones, y también de otros tipos, como por ejemplo asesoramiento sobre la gestión de las diferentes especies
  • Promover el encuentro entre las asociaciones antiespecistas que trabajan directamente con los animales y las que en cambio se ocupan de campañas de difusión, de tal manera que estas últimas también puedan contribuir a los gastos de mantenimiento de los refugios, de acuerdo con la idea que los refugios sean la tierra del movimiento, lugares es decir donde se realizan concretamente algunas de las ideas planteadas por el movimiento antiespecista
  • Trabajar para el reconocimiento legal de los refugiosComo se puede ver el tamaño y el alcance del trabajo es muy grande, por lo que es crucial que los refugios y las personas que allí trabajan no se queden solos, sino que reciban el apoyo físico, moral y económico de todos los que se sienten cercanos a estos objetivos y que se definen antiespecistas.

Un corolario antiespecista: similitudes entre los reglamentos para animales de granja y la ley para la reasignación de sexo en Italia.

Después de haber hablado de antiespecismo, no quisiera en ningún modo entrar en el campo minado de su difícil definición. Prefiero mas bien mostrar, con mis modestas capacidades, cómo funciona y que prácticas y acciones políticas se pueden desprender.

Para hacerlo uso mi propio cuerpo, que se encuentra, muy a su pesar, en una encrucijada de varias clases de opresiones. En mi opinión, de hecho, una de las prácticas antiespecistas más importantes, es establecer conexiones entre distintos tipos de injusticias y tratar de hacer emerger una acción política común.

Esta unión puede realizarse sacando a la luz las semejanzas entre los sufrimientos de los oprimidos y las formas en que éstos sufrimientos se manifiestan, y la raíz común de las dinámicas que justifican estas opresiones.

La esperanza es que la lucha por la liberación animal una a todas las luchas de liberación y que haga completamente despertar la conciencia a nivel mundial, precisamente dirigiendo la atención hacia los oprimidos por excelencia, los animales, pero sin caer en simplificaciones fáciles y en un tipo de visión adventista y casi religiosa.

Mi historia personal me pone en este momento de mi vida en una posición en la que, como persona transexual que lucha junto a los animales de granja, miro a dos tipos de sufrimientos profundos, es decir, el que nuestra sociedad y nuestra legislación infligen sobre el ganado y el de las personas transexuales, transgénero e intersexuales.

Situaciones que parecen distantes entre ellas, gracias al análisis que el antiespecismo nos lleva a hacer, se acercan, sacando a la luz los mecanismos que permiten el envilecimiento y por ende la opresión
de individuos que deberían tener el derecho a la libertad, restringiéndolos en categorías rígidas y mostrando la distancia que los separa de la “norma”, construida a imagen del individuo dominante, y vigilando que esta norma se auto-conserve, recurriendo inclusive al aplastamiento y a la denigración del diverso, visto casi come el revés del “como se debería ser”.

Las personas transexuales, transgénero e intersexuales, que no es posible comprender en el marco de la regla binaria hombre-mujer, no son reconocidos como personas, como ya hemos visto en el caso de los animales de granja.

En su difícil deambular entre los géneros, el transexual pierde su lugar en la categoría de lo existente y se convierte en inimaginable como libre expresión de la variable humana, pero sólo como una cosa, como un monstruo, como la perversión y la locura.

En el mismo entorno antiespecista hay que tener cuidado de no caer en el veredicto fácil que ve a estas personas como productos de una aberración de la sociedad moderna y de la tecnología médica, en lugar de ponerse a escuchar sin prejuicios lo que estas vidas nos pueden contar y qué instancias y necesidades llevan consigo.

La Ley 164 de 1982, que desde hace treinta años disciplina en Italia, sin las revisiones que hubieran sido necesarias, lo que se llama “itinerario para la reasignación de sexo”, tiene, en las interpretaciones que en la práctica los jueces le han dado, muchas semejanzas con lo que hemos visto suceder en el caso de la reglamentación relativa a los animales de granja.

La ley nació casi como una amnistía, para llenar el vacío legal que las trans que entonces se operaban en el extranjero (no siendo consentido en Italia), creaban cuando regresaban al país.

Estas personas, de hecho, que lucharon tenazmente para obtener una ley y que pusieron en acto formas de lucha muy espectaculares, vivían en una posición que los llevaba a tener documentos no correspondientes con su aspecto físico, circunstancia que puede ser extremadamente difícil, humillante e irrespetuosas de la propia privacidad.

En Italia, para obtener la rectificación registral y a continuación los documentos que correspondan con el sexo de elección, es necesario someterse a la reasignación de sexo (algunas veces llamada también “corrección”), que incluye toda una serie de pasos médico-quirúrgicos que conducen a la operación final.

El primer paso es el diagnóstico de DIG, “Disforia de Identidad de Género”, que atestigüe los problemas psicológicos de la persona con respecto a su sexo biológico, emitido por un psiquiatra, categoría ésta de médicos que actúan como Carontes modernos, que están de guardia a las puertas de acceso a este camino y que deciden quién entra y quién no.

El diagnóstico de DIG, que a menudo es, en el fondo, un autodiagnóstico, por lo general requiere de un período de observación psiquiátrica a fin de excluir otras enfermedades mentales (la persona transexual es, en la práctica, un enfermo mental sano) y, en el mejor de los casos, un itinerario psicológico de ayuda para hacer frente a las graves dificultades, sobre todo en el plano social, a la que la persona va a estar expuesta durante su camino. El objetivo, cuando se consigue establecer una relación constructiva entre estos sujetos y la persona que está “obligada” a acudir a ellos, es conducir a la persona transexual a una situación de mayor equilibrio mental en el momento de la administración de hormonas.

El segundo paso es en efecto la THS, la Terapia Hormonal Sostitutiva, de masculinización o de feminización, según sea el caso, bajo la vigilancia de un endocrinólogo y tras el diagnóstico de DIG y los exámenes que atestigüen la condición de salud general de la persona y su situación hormonal inicial y la ausencia de “síndromes” intersexuales.

Llegada a este punto la persona transexual tiene que recurrir, con su abogado, al tribunal de su ciudad, para obtener la sentencia de un juez que le permita proceder a la cirugía de adecuación, después de la cual podrá solicitar la rectificación registral (mastectomía y la isterectomía en el caso de de transición de mujer a hombre, vaginoplastia en el caso contrario).

Como se puede notar, no se reconoce la autodeterminación sobre el propio cuerpo, y el proceso burocrático es a menudo lento y difícil.

Obtenida la sentencia, se puede entrar en las listas de espera de los hospitales que realizan estas operaciones, si se quiere beneficiar del sistema nacional de salud, o operarse mas rápidamente, para los que pueden, en clínicas privadas, inclusive en el extranjero, donde los resultados son a menudo mejores.

Hechas las operaciones, se regresa al tribunal, con toda la documentación clínica, para solicitar la rectificación registral a raíz de la cual se modificará el nombre y el sexo en todos los documentos.

El transexual, bajo nuestro sistema legal, se convierte de esta forma en un hombre o una mujer a todos los efectos, pasando de forma completa y definitiva al género de elección.

¿Qué implicaciones tiene todo este proceso y cuáles son los supuestos culturales sobre los que se funda esta ley?

Creo que lo más importante, especialmente en este contexto, es poner de relieve cómo la persona que no se reconoce en su sexo biológico es canalizada hacia un proceso de normalización, que rectifique un supuesto error de la naturaleza (el cual la ciencia aún no sabe cómo explicar), y que le restituya un cuerpo y un género lo mas cercano posible a los estereotipos tranquilizadores de hombre y mujer.

La profesión médica nos cuenta l@s transexuales con el clásico relato de un alma, un cerebro, atrapados en el cuerpo equivocado, que se ha demostrado, desde que l@s transexuales han tenido el coraje de narrarse en primera persona, demasiado estrecho y reductivo respecto a la mayoría de las experiencias reales de estas personas.

Se ha necesitado y se necesita mucho valor para producir una “cultura” y una literatura trans, precisamente porque, como hemos visto, los psiquiatras tienen el poder de decidir quién es realmente transexual y quién no, y las personas que tienen la urgencia vital de emprender el camino, prefieren adaptarse a la imagen que se espera de ellos antes que revelar su verdadera intimidad, lo que confirma en fin de cuentas lo que los médicos creen que saben acerca de ellos.

Es mas, a menudo esta imagen estereotipada del transexual llega a influir en e la propria persona transexual, quien termina creyendo estas historias, tratando de encontrarlas dentro de sì mism@, de tal manera de tener una confirmación
de lo que se siente ser. Ha sido solo el intercambio entre las mismas personas transexuales que ha hecho revelar sus verdaderas historias y los sentimientos que las acompañan, las cuales tienen, a pesar de sus diversidades, algunos rasgos comunes.

El estereotipo del transexual, que ha cobrado muchas víctimas por su camino, se basa sobre ideas especistas, como el hecho de creer que el transexual tuviese que ser absolutamente heterosexual con respecto al género de elección.

La violencia que nuestro sistema ejerce sobre la persona transexual es evidente si se piensa que ésta tiene que aceptar sobre sí misma, sobre su propio cuerpo, todo el proceso de corrección que incluye las operaciones de demolición y reconstrucción, para poder obtener la rectificación registral, sin la cual es difícil vivir tranquilamente.

La rectificación registral es en efecto fundamental tanto para aquellas personas que no quieran modificar su propio cuerpo, sino que sientan mas bien la necesidad del reconocimiento social de su género de elección, así como para aquellas personas que quieran adaptar su propia imagen a su sentir, sin por esto tener que llevar a cabo todas las operaciones, que llegan hasta la esterilización.

De hecho, lo que parece fundamental para nuestros jueces es que la persona transexual se vuelve incapaz de procrear, a través de la histerectomía para aquellos que nacieron biológicamente mujeres, o a través de la vaginoplastica para aquellas que nacieron biológicamente hombres.

Al igual que en el caso de los animales de granja, esta violencia nos diferencia de otros países, donde para obtener la rectificación registral a veces no se requiere ningún tipo de operación.

En algunos estados, de hecho, es suficiente solamente el deseo de pasar al otro género para obtener la adecuación del nombre, mientras que en otros se requieren sólo los tratamientos hormonales.

Italia se destaca entonces por una cierta rigidez, donde los animales de granja permanecen como tales hasta la muerte, y donde la gente se divide rígidamente en hombres y mujeres, y a los que no reconocen en esta situación se les trata con una actitud punitiva .

En el caso de los animales son los veterinarios los que tienen la tarea de vigilar sobre el status quo, mientras que para las personas transexuales es la profesión médica la que dirige su camino. Ambos parecen custodiar grandes intereses, que se destacan, con toda claridad, en el fondo.

Por qué en nuestro país albergue un tal retraso, que enjaula los cuerpos en categorías fijas e inmutables, es un tema sobre el cual reflexionar.
Lo que es seguro es que, como antiespecistas, estamos llamados a una lucha de liberación, aquí y ahora, para que este sistema deje de cobrar víctimas, deje de causar tanto derramamiento de sangre de muchos animales, humanos o no.

 

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